Las pequeñas cooperativas de viticultores: la dificultad de gestionar con dinero ajeno

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En este segundo artículo del monográfico sobre los vinos de Madrid, vamos a conocer a fondo uno de los perfiles de productores de esta zona que, si bien tuvo mucha presencia en sus inicios, ahora es casi una especie en extinción: las cooperativas.

La cooperativa Nuestra Señora de la Poveda (Villa del Prado, Madrid) se constituyó en 1963. Su número de socios fue en aumento durante los primeros años pero hoy, con 200 miembros, ha sufrido un descenso debido a la venta del viñedo de algunos socios. Paradójicamente, esas fincas han sido adquiridas por otros miembros de la cooperativa, con lo que aunque el número de socios ha descendido, ha aumentado el número de hectáreas.

A pesar de haber recogido en la última vendimia alrededor de 1.850.000 kilos, las cooperativas de viticultores no pasan por su mejor momento. “Tenemos que aguantar y sobre todo intentar crecer. Una cooperativa está muy condicionada por el mantenimiento de los socios, pero hay que motivarlos, y hacerlos comprender que es importante aspirar a hacer grandes cosas. Hay que aguantar este chaparrón de la crisis de los últimos años para tirar adelante” asegura Antonio Herrero, presidente de la Cooperativa Nuestra Señora de la Poveda desde 2011.

Esta bodega de Villa del Prado es una gran excepción en la Comunidad de Madrid; casi todas las cooperativas de viticultores de los pueblos de alrededor han tenido que cerrar por no poder pagar a los socios, o se encuentran en una situación crítica desde el punto de vista financiero. “Nosotros intentamos imitar algunas técnicas de las bodegas privadas con los medios que tenemos, pero realmente tenemos muchas limitaciones para competir en el mercado”.

– ¿Qué tipo de limitaciones?

Para empezar hay mucha competencia en el mundo del vino; intentar colocar nuestras marcas en las grandes superficies es casi imposible. En España hay muchas Denominaciones de Origen y no todas tienen el mismo peso; siempre hay muchas más marcas a la venta de La Rioja que de Madrid, por ejemplo. Haber recibido algún premio y que tu nombre haya sonado un poco siempre ayuda pero eso tampoco está fácil para una cooperativa.

-¿Por qué? ¿Cuál es el problema?

El problema es que aparecer en las guías más prestigiosas y participar en ferias o concursos importantes no es gratis, hay que pagar por cada marca de vino que se presenta y para una cooperativa como la nuestra, los gastos deben estar muy controlados. Al final, estos premios o publicaciones donde se puntúan los vinos están condicionadas a que puedas pagar por ellos, no tanto a la calidad de los productos que presentas. Por eso las cooperativas estamos muchos más limitadas que las bodegas particulares porque no tenemos presupuesto para invertir en publicidad. Nuestro objetivo siempre es repartir las ganancias que pueda haber entre los socios.

-¿Qué repercusiones ha tenido en la cooperativa la aplicación de la normativa europea?

Sobre todo nos afectó la normativa relacionada con la regularización de los viñedos ilegales. Después de esta normativa, salió a la luz una pequeña parte de viñedos en nuestro territorio que no estaban registrados y la UE obligó a su arranque. Ahora, al recoger la uva de la vendimia, cada socio debe indicar a qué parcela y a qué polígono pertenecen para evitar que se utilice uva que provenga de viñedos ilegales.

-¿Y a nivel de producción?

En este sentido, la normativa europea supuso un desastre para España en general. Hubo una época que en la UE se daban subvenciones para que la gente arrancara sus cepas de garnacha, porque decían que daban poca producción y peor calidad de uva, y al mismo tiempo, daban dinero para que la gente plantara uva tempranillo, que daba más producción y mejor calidad. Por eso actualmente hay un excedente enorme de tempranillo, ya que cada cepa puede estar dando entre 10-14 kilos de uva, lo que es una verdadera exageración.

Se subvencionó el arranque de lo poco y bueno, en favor de lo mucho y malo. Ha sido una verdadera incongruencia; hay que dejar que el mercado se regule solo y no dar ayudas ni al arrancado ni a la puesta de viñas. Debido a esas ayudas, se arrancaron las cepas más antiguas porque el agricultor vio que daban poca producción en comparación con otras variedades de uva y encima, no le costaba nada. De esta forma nos hemos cargado el sector entre todos, apoyados por la UE.

Buenos vinos, a pesar de todo

A pesar de tener muchas cosas en su contra, esta cooperativa resiste, mantiene sus socios y, lo más importante, elabora buenos vinos bajo la Denominación de Origen Vinos de Madrid.

-¿Qué tipo de uva se produce en Villa del Prado?

Sobre todo garnacha, en torno al 80%. Y el 20 % restante sería multivarietal: syrah, merlot, tempranillo y cabernet.

-¿El vino a granel se sigue vendiendo?

Sí, claro, ten en cuenta que nosotros tenemos una producción media de 1.300.000 -1.400.000 litros. Vender todo embotellado sería casi imposible porque estaríamos hablando de unos 2.000.000 de botellas; hoy en día para vender esa cantidad enorme de botellas a nivel nacional es muy complicado. Así que al final, no queda otra que venderlo a granel; nosotros estaremos en torno a 150.000-200.000 litros lo que vendemos embotellado o en garrafas de 5 litros pero el resto tenemos que venderlo a granel.

Cuando hablo de vino a granel no estoy hablando del vino que vendemos directamente en la bodega a los consumidores (al por menor); me refiero al vino que vendemos en cisternas de 25.000 litros, o sea en grandes cantidades a distribuidoras. Por ejemplo este año hemos vendido a Benito Blázquez, de Vinos Perlado. Esta distribuidora elabora después su vino, lo embotella y lo envía a África, que es uno de sus principales mercados. También vendemos a La Rioja, a Valdepeñas, a Aragón, al Penedés…

Normalmente nuestro vino es muy apreciado en la venta a granel a distribuidoras porque nuestros viñedos, al estar en la zona más baja de toda la Comunidad de Madrid, tienen unas características muy concretas y muy propicias para criar una buena uva. Nuestra uva tiene mucho grado de azúcar y por lo tanto un buen grado de alcohol, pero a la vez un buen color, aportado por la piel de la uva. Así, nuestra garnacha tiene grado y color por lo que es muy apreciada para arreglar vinos de otras zonas, que tienen menos color o menos grado. Al mezclar un vino con poco grado y color con otro con más grado y más color, la mezcla sale perfecta porque no pierde color y gana grado.

Ese es el objetivo final de los graneles: un vino con grado y color. Por eso en nuestra cooperativa siempre tenemos los vinos colocados, con un precio un 5 o un 10% superior a los de alrededor.

El Cantorral, Aceña y Alfamín

Estas son las tres marcas de vino embotellado que se elaboran en la Cooperativa Nuestra Señora de la Poveda. El primero de ellos, El Cantorral, es la gama baja, por precio no por calidad; es la primera marca que se creó en la bodega, elaborado con uva garnacha 100%, que antiguamente era la uva más corriente aunque actualmente está muy cotizada.VilladelPrado_Cantorral_devinos

 

Aceña, que está incluido en la DO Vinos de Madrid y es gama media en precio, está disponible en blanco, rosado y tinto. Este año el jVilladelPrado_aceña_devinosoven tinto Aceña ha recibido la Medalla de Plata en la Comunidad de Madrid.

La gama alta es Alfamín es joven roble, crianza y reserva; este último se elaboró con motivo del 50 aniversario de la bodega, en 2013.

“Además tenemos un vino muy peculiar y único en la Comunidad de Madrid que es un rosado criado en barrica de roble”-nos cuenta Herrero-“Este tipo de vinos son muy comunes en Navarra pero no en la zona de Madrid. Es un especial Cantorral rosado envejecido dos años en barrica de roble. Tiene su público y sus detractores porque tiene mucho grado, tira más a licor que a vino”.

VilladelPrado_alfamín_devinos

VilladelPrado_rosado_devinos

 

 

 

 

 

 

“En los últimos tres o cuatro años hemos hecho una apuesta, sacado una gama de semidulces, Aceña jóvenes afrutados. En 2012, decidimos sacar un vino que gustara a todo el mundo y especialmente a aquellos a los que no les gustara el vino. Nuestro enólogo, Víctor Yanguas, se puso a trabajar y sacamos un rosado semidulce cortando la fermentación de forma natural. Salió un vino espectacular. El primer año ganó la Medalla de Oro al Mejor Rosado (Rosado Aceña semidulce) en la Comunidad de Madrid hace dos años. Eso supuso un gran reconocimiento, especialmente para una bodega como la nuestra.

Al año siguiente hicimos el tinto Aceña Semidulce, también un éxito. Y finalmente hemos sacado el blanco para cerrar el círculo de esta gama. Tenemos puestas todas nuestras esperanzas en estos vinos, que son un gran producto elaborado con los medios que tenemos”.

Con la mirada hacia el futuro

“Desde la bodega Virgen de la Poveda estamos haciendo un esfuerzo para seguir adelante y mantenernos ahí. Nos gustaría seguir avanzando y al menos, dejar a nuestros hijos lo que nosotros pudimos aprender de nuestros padres”.

-¿Qué proyectos nuevos tenéis?

Actualmente queremos posicionar los semidulces porque es algo muy diferente. Tenemos alguna idea pero siempre pensando en sucedáneos del vino, por aportar alguna salida al vino al por mayor. No es muy vistoso pero como cooperativa puede suponer una salida importante para nuestro producto.

Además de los miembros de la Junta Rectora, actualmente compuesta por el presidente, un secretario, un tesorero y tres vocales, trabajan en esta cooperativa como personal laboral 3 empleados y el enólogo, que es autónomo. Así que, teniendo en cuenta lo que hemos visto en este artículo, parece una tarea titánica que este pequeño grupo de personas pueda sacar adelante los intereses de los 200 socios. ¡Mucha suerte y adelante!

 

Puedes volver a leer el primer artículo del monográfico sobre vinos de la Comunidad de Madrid en este enlace.

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